martes, 11 de octubre de 2011

Último Viaje: Normandie y Bretagne: Parte #2, Rennes


Tras el viaje en Caen, el siguiente destino era Rennes. En Rennes tenía por objetivo visitar a Olivier Rúas, el chico que había trabajado conmigo en INRIA durante 2 meses. Había hecho una pasantía y había ido a su casa en Reims.

Al llegar a la ciudad, ya estaba en contacto con Olivier pero él estaba todavía en clases, así que comencé hacer un city tour antes de cruzarme con él. Empecé por la oficina de turismo y para eso tuve que caminar bastante.

Rennes tiene un río encausado al igual que la cañada, pero que transporta un poco más de agua. Es lo mismo que un canal? No tengo idea...

En la oficina de turismo me dieron un folleto con un plan para recorrer la ciudad y las principales atracciones. Además incorporaba un caamino a seguir para cruzarse con la mayoría de las atracciones.
Así empecé, pasé por la catedral Saint Pierre, que era increíblemenete grande pero siguiendo el mismo modelo francés que anteriormente me hubiese impresionado.
Al seguir el recorrido por una estrecha callecita medieval, uno se encuentra con las Portes Mordelaises, que tienen toda la impresión de la entrada a un castillo. Complementada con las casitas, barcitos y creperies que la acompañaban. Para los curiosos, las puertas no son originales, fueron reconstruidas para recordar el momento en que la ciudad estaba adminitrada por distintos duques.


Luego, seguí caminando por las pequeñas calles y me crucé con distintas curiosidades: una casa “Maison Ti-Koz” que data del año 1504 (una casa de madera, pintada de roojo y blanco), palacio del congreso, palacio de comercio.

Más adelante, las cosas que dan más gracia: la calle de la Sed. Al parecer, los más borrachos de toda la Francia están en este sector. La cerveza es una cagada, pero le dan sin asco. Hay un chiste acá que dice que para que los bretones no dominen el mundo, Dios creó la cerveza... Sí, sí dense una idea jaja. La Rue de la Soif (calle de la sed) es una sucesión de barcitos, en una pequeña callecita empredada con casas antiguas de madera que tienen que ser muy antiguas. En síntesis, una calle plagada de bares, casas pintorescas, mesas en las afueras de los bares y todo el día un gran número de gente; dicen que los jueves de noche, no podés ni caminar por este lugar.

Terminé en el Jardín Saint Georges, al lado de la piscina municipal cuando Olivier me llamó y finalmente, nos encontramos. Cuando llegué, fuimos a buscar un colchón inflable para que yo duerma, y comenzamos a vueltear.

Primer paso, un paso un bar y tomamos una cerveza y nos pusimos al tanto de la vida de cada uno. Es íncreible la cantidad de cosas que pueden pasar en 3 meses y más aún, con el chico este nunca pude tener una conversación en francés, este día era la primera vez.

De ahí, pasamos a una Creperie. En las creperies hacen crepes, no sé si existe la palabra esa en español (esto es tu culpa mamá! :P) pero son los panqueques: dulces o salados. Comimos uno completo y de postre uno dulce, la verdad que es super tranqui y como casi siempre terminas comiendo casi nada.

Más tarde, fuimos a otro barcito donde Olivier tiene Happy Hour toda la noche, así que paga casi nada y compra los tragos a mitad de precio; así que nos tomamos unas cervezas y nos pusimos a hablar con un grupo de chicas que había por ahí.

Finalmente, nos fuimos a dormir... Yo estaba lapidado y al otro día me tenía que levantar para ir al Mont Saint Michel.

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