Empezamos tempranito con nuestro querido tranvía, llegamos a Termini donde cambiamos de Tranvía a las estaciones de metro. El Roma Pass empezaba a fallar y nos era tan fácil tomar el transporte público, siempre que pasabamos el pase se ponía todo rojo y tenía que venir un guardia que nos terminaba haciendo pasar sin problemas (pero de todos modos era molesto).
Llegamos al estado Vaticano y empezó a aparecer gente, gente, gente y más gente. Guías turísticos intentando vender su tour, uno tras otro. Cruzando una calle, reputee a una vieja conchuda que me tiraba el auto encima mientras cruzaba (ahhhh... me voy acordando el esfuerzo que tenía que hacer para mantener la cordura). Así antes de entrar a la plaza de San Pedro (donde el papa da la misa), decidimos que iba a ser mejor tomar uno de esos toures porque sino no íbamos a entender un pedo.
Así que nos paró una dientona bastante fulerita, la pobre, y nos empezó a increpar con precios que por 115 euros nos ofrecía el tour y empezó a cambiar de precio, me empezó a hacer enojar pero al final aflojé y fuimos. Terminamos dentro de un bar, donde un tipo nos dio una radio le pagamos en una mesa y después nos dejaron con una guía que nos iba a llevar al museo del Vaticano y luego, dar la visita guiada y terminar dejando en la capilla Sixtina donde teníamos acceso directo a la iglesia de San Pedro.
Empezó el tour, bastante bien armado y con la guía que dice cosas interesantes. La elección de cada una de las imágenes, el genial trabajo de Miguel Angel dentro de la capilla como hizo para trabajarlo. Y pasamos por el museo del Vaticano, que había mil cosas para ver, pero estaba todo estipulado para verlo en 2 horas y media, así que uno no se podía parar a mirar nada, nisiquiera a preguntar había que hacer todo como si fuesemos un rebaño que nos van empujando para que salgas. Si te parás, viene un guardia del museo y te apura para salir: una vergüenza. Justo era 12 de octubre, así que quizás por eso había tanta gente. Pero bueno, se nota que al Vaticano le gusta mucho la guita.
Llegando al final del Tour, vimos la capilla sixtina donde no se puede hablar sino vienen a retarte, y no se pueden sacar fotos pero igual todo el mundo saca. Pero es difícil respirar por la cantidad de gente que hay, y uno ya se siente agobiado en ese momento. Por suerte, salimos.
Tuvimos una breve pasada por la Iglesia de San Pedro, pero pudimos ver la magnificencia. Uno de mis temas preferidos ese día fue criticar la ostentosidad de la iglesia y las barbaridades que habían hecho, y que estaba al pie de la letra que dentro de un par de años ya nadie va a creer en nada gracias a todo el oro que guardan y la barbaridad de lujo que hay.
Capilla Sixtina, sacando fotos donde no se debe |
Plaza España |
Al llegar a la Fontana de Trevi, nos encontramos con otra enormidad de gente, pero es muy linda y vale la pena visitarla, y si uno quierer dejarle algo al estado romano puede tirar un par de monedas a la fuente de espalda hacia ella y pedir algún deseo.
Fontana de Trevi, la foto artística |
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