Imaginense que pasaron cosas en este
viaje, que me dieron ganas de contarlo... Todo comenzó, en Nancy un
día tranquilo, sentado en la oficina estaba chequeando el sitio de
Eurolines y vi que había pasajes para ir a Amsterdam por una semana
por 35 euros. Obviamente, lo compré. Por las dudas, 5 euros son por
el seguro, o sea que salía 30! 11 horas de colectivo por 30 euros!
Así que preparé todo para el martes
20 de marzo, que a las 6 de la mañana ya me estaba despertando y
yendo a tomar el colectivo que salía a las 7.15. Para empezar, con
las cosas bizarras, en la explicación de donde tomar el colectivo,
no se especificaba claramente el lugar sino que dejaba lugar a la
duda en un espacio de 300 metros.
Llegué temprano, y cuando faltaban 5
minutos le pregunté a una chica que estaba ahí con una valija si
esperaba el mismo colectivo, me dijo que si pero que normalmente
salía tarde. No me preocupé, ahh... ella me dijo que hasta Bruselas
le había salido 60 euros (mierda, gol de mitad de cancha).
Como era de esperarse, no venía y no
venía... Ibamos ya esperando una hora, y seguía sin venir. Así que
empecé a mirar alternativas en el día para no perder todo lo otro
que había organizado, un pasaje de ida a Amsterdam en tren costaba
130-170 euros! Después, abrí el celu y me puse a revisar si habían
cambiado el lugar, llegué a las condiciones y leo “La empresa se
reserva el derecho de cambiar los horarios sin previo aviso”, ahí
nomás le cuento a la chica esta y sigo leyendo el resto... Cuando me
dice, “ahí viene me habías hecho asustar”; fin y al cabo,
esperamos una hora y cuarto.
Antes de subir al colectivo, y el
chofer me preguntó si tenía valijas le dije que si que esta, pero
me extrañó que no me dijo nada y actuó muy extrañamente... Ya me
iba a enterar el porque!
Cuando subo al colectivo, era una
ensalada de sobras de domingo. Todas las nacionalidades, todos los
colores y... lamentablemente, todos los olores.
Me senté al lado de una italiana, no
muy agraciada la pobre...
Comenzamos el viaje, y cuando estabamos
por entrar a Luxemburgo, todavía del lado francés; un vehículo de
policía se posiciona delante nuestro, hace que los choferes lo sigan
hasta un depósito, y ahí entra un cana a pedir papeles y
pasaportes. Así de una agarran y se llevan toda la identificación
de todos.
Quedamos todos adentro del colectivo
encerrados por diez minutos, al rato vienen y devuelven algunos
pasaportes y papeles. Entre ellos el mío (respirá mamá...). Al
ratito, vuelven a aparecer con el resto de papeles, y a un tipo, que
yo supongo que era indio (por el turbante, el pasaporte verde oscuro
brillante y letras raras y por su forma de vestirse, racismo u olfato
de observador, según el lado que se lo mire... jaja). Le dicen, esto
no vale más en Francia, y le preguntan si habla ingleś o francés
hace señas que no y le dicen... bueno, se tiene que quedar con
nosotros. Uno menos...!
Seguimos camino hacia Luxemburgo más
tranquilos ya, luego pasamos por Trier, Bruselas, Antwerp, Rotterdam,
Das Heeg (ni idea como se escribe ni se pronuncia) y finalmente
Amsterdam. Es como tomarse un colectivo a Buenos Aires por la
distancia, pero con la diferencia que en vez de prar en Laboulaye
parás en Bruselas.
La diversidad de paisajes que he visto,
realmente increíble pasando por el lado francés ya acostumbrado a
las pequeñas colinas, se acentúa bastante en Luxemburgo con colinas
bastante más altas, rutas modernas y pequeños poblados alejados en
el medio de la nada. En Bélgica cambia bastante el aspecto y en las
ciudades vi bastantes banderas belgas en monumentos (cosa que me
llamó la atención), también me sorprendió que los viejos
edificios están bastante más mezclados con los modernos y hay
edificios de distintos colores a los ya acostumbrado. Cuando entramos
en Holanda, las autopistas y el paisaje cambian bastante se vuelve
muchos más plano y en cierto modo me hizo acordar al camino que
hacés para salir de Córdoba.
Rotterdam al primer golpe de ojo, me
pareció super moderna y bella... Realmente tengo muchas ganas de ir.
En el medio de este trayecto, un
electricista de orígenes marroquíes pero holandés (cara de
marroquí que volteaba) se puso a contrarme lo del chofer. El chofer
resulta que era polaco y no hablaba más que polaco. Así que cada
vez que entraban a controlar, no sabía que decir y nadie entendia
nada. Cuando había que hacer un cambio de colectivo, el tipo no
sabía como hacer para llamar a la gente para explicarle que tenía
que meterse en otro colectivo. Además de eso, desorganizado. A un
pobre tipo lo hizo bajarse de colectivo, bajar todas las cosas y
después tuvo que irlo a buscar jaja.
Me explicó el tipo, además que en
Suiza el colectivo, se había retrasado porque estuvieron 3 horas
afuera, cagandose de frío con la policía que los controlaba, un
desastre. Todo por culpa del chofer jaja Esto explicaba porque el
colectivo había llegado tan tarde a Nancy.
Finalmente, llegué a Amsterdam con una
hora y media de retraso, y me terminé encontrando con Audrey quien
me iba a alojar por los siguientes tres días.